martes, 7 de mayo de 2013

Dejando huellas

Tu presencia sigue viva.  Tu mirada profunda y pura me siguen a dónde voy.  Gracias por arrancarme de una vida mundana a la cual no pertenezco.  No vaya a ser que terminara por conformarme y por instalarme cómodamente en este lugar de paso.  Gracias por tus retos, por tus consejos, porque la vida es un viaje.  Cuando miro la naturaleza te veo disfrutándola porque siempre la amaste con locura, porque anhelabas vivir en ella como quien busca a Dios en una semilla, en el cielo, en la copa de los árboles.  La armonía y la profunda belleza de la creación son ahora tu casa.  Quizás llegaste a tu meta.  Se que tuviste miedo por atravesar el túnel del misterio entre la enfermedad y la muerte, pero con las fuerzas que tenías nombrabas a Jesús y nos pedías que recemos.   Nunca quiero dejar de hacerlo hasta el día en que te encuentre de nuevo.

"Uno puede superar el odio, la envidia, la codicia y tantas otras emociones negativas y auto-destructivas   Pero el dolor es algo distinto.  No se puede aliviar ni superar Hay que aprender a vivir con él, integrarlo en el propio ser y hacerlo parte de la vida."  Indira Gandhi.

Creo que podría agregar muchas cosas: como por ejemplo: lo que decías acerca del dolor en esta vida: le preguntabas a Dios por qué el dolor estaba tan cerquita de la felicidad.  Creo que porque sólo en este camino que llamamos vida sentimos dolor, y porque la mejor manera de apaciguarlo es abrazarlo y ver en él la promesa de Jesús en quien creemos, porque al igual que el amor y el aire se nos manifiesta permanentemente para no dejar de creer.  Para no vivir una vida vacía.   Es extraño como se niega a la muerte, se le teme y se la oculta siendo que nacemos sabiendo que algún día todos vamos a pasar por ella.  Es extraño como las personas nos agarramos a cosas efímeras y nos hacemos tanta mala sangre por pavadas sin sentido.

"No te quedes inmóvil                    
   no dejes caer los párpados 
al borde del camino                            pesados como juicios
no congeles el júbilo       
no te quedes sin labios 
no quieras con desgano  
 no te duermas sin sueños
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo

 no te pienses sin sangre
 no te juzgues sin tiempo.    
 no te salves ahora ni nunca.                                                           Mario Benedetti