Llevabas al límite tus esfuerzos. Profunda y reservada, selectiva con las amistades...ordenada, meticulosa, tenaz y auto-exigente...
...Cambiante: quizás el rasgo más difícil de sobrellevar, pero es que llevabas tanta tristeza guardada, tanta melancolía como carga a tus espaldas. Yo fui tu paquete, un plomito que te seguía porque sino hubiera estado perdida. Cómo me siento ahora. Y vos me protegías, cargabas conmigo en las buenas y las malas. Siempre a mi lado.
En lo más cotidiano y absurdo, como aquel día en el que fuimos desde el colegio hasta casa de la mano sintiendo una vibración extraña, como una corriente eléctrica, pero ninguna de las dos dijo nada. Cuando llegamos y me soltaste para buscar las llaves una mosca cayó semidesmayada por la falta de oxígeno y al contemplar el cuadro estallamos en risas que no pararon durante todo el día y al llegar la noche con tu cama junto a la mía recordábamos el episodio y volvíamos a tentarnos. Quien sabe cómo llegamos a atrapar una mosca entre tu mano y la mía...cosa rara! Mamá nos retaba y, también, creo yo, se ponía algo celosa. Teníamos más tiempo compartido, más anécdotas y mucha unión. Qué complicada era entonces la relación con mamá. Bueno, eso, lamento decírtelo sigue igual. Ahora se pone celosa cuando me llama y estoy hablando con tus hijos. Es que para mi fue algo novedoso. Llamar y no pedir directamente con vos, ya no podía enterarme de todas sus cuestiones a través de tus ojos. Nunca indagaba en sus vidas para que sean ellos quienes me cuenten. Ahora tuve que aprender y me cuesta un poco, por suerte ellos son más abiertos de lo que eras, a veces, vos.
Es que a vos te tenía que sacar con tirabuzón las cuestiones más importantes, pero sabía que un silencio prolongado en el teléfono me pedía a gritos que me descalce para entrar en tu interior, y con el cuidado de un cirujano y todo mi amor y paciencia iba escarbando las primeras capas de tu cascarón. Después se rompía y era todo más fácil. Sólo que yo no cortaba ni que me maten y nos pasábamos hablando largo y tendido. Con mi marido dando vueltas, mis hijos y tus hijos haciéndonos la vida imposible...y claro, los celos de mamá que ambos teléfonos le daban ocupado. jaja! Qué pena que mi risa no hace eco ya en la tuya, extraño reírme hasta llorar. Tengo 35 años y me siento una nena que se perdió. Pero a dónde volver. Vos sabías que de mis tres relaciones más cercanas y adultas: mi marido, mamá y vos. Con la única que podía caminar a la par era con vos. A ellos los fui llevando y sigo. Pero no son fáciles y ya no puedo humo-rizar con alguien. Des-dramatizar mi vida, cómo lo hacía con vos. No tengo quien me seque las lágrimas o me de un abrazo fuerte y sincero.
Todo lo que me quedó me demanda crecer. Mis hijos, mis sobrinos, mi esposo y mi mamá. Todos muy demandantes. y dos adultos posesivos y controladores. Siento que me asfixio. Desde que te fuiste tengo un dolor en el pecho y la falta de aire. Será pánico!? ...Y eso que todavía no me creo lo que pasó. Te juro no me lo creo.